Una buena ola se está extendiendo lentamente por América Latina. Uno a uno, los países avanzan en sus legislaciones para reconocer el derecho de la naturaleza a existir y ser preservada. Es el comienzo de un cambio de mentalidad: el fin de una explotación desenfrenada de los recursos naturales a una reconexión de los seres humanos y la naturaleza como una sola entidad, que no es más que las formas de vida ancestrales de los pueblos indígenas, una vez desfiguradas por la codicia industrial que ve la naturaleza como fuente inagotable de riqueza, independientemente de su continuo agotamiento.
El 24 de febrero, el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, firmó una ley muy anhelada y celebrada que reconoce un puñado de derechos de la naturaleza. Según el oficial presione soltarahora es obligatorio respetar y proteger «el derecho de la naturaleza a existir, persistir y regenerar sus ciclos de vida», lo que significa que todas las acciones de personas, empresas y gobiernos deben permitir la «restauración oportuna y efectiva» y la «preservación de [nature’s] ciclos del agua.” Cualquiera podrá trabajar como defensor de la naturaleza y, cada vez que los intereses de la naturaleza y los humanos estén en conflicto, la naturaleza debe ser lo primero.
De acuerdo a Vigilancia forestal mundial, desde el año 2000 la cubierta arbórea de Panamá ha disminuido en un 7,7 por ciento. El informe de la WWF»Frentes de deforestación: impulsores y respuestas en un mundo cambiante«muestra que la ganadería es el principal impulsor de la deforestación en el país. La ley recién promulgada puede traer un nuevo final para esta historia». .”, dijo la directora legal latinoamericana de Earth Law Center, Constanza Prieto Figelist, quien se desempeñó como consultora de derecho ecocéntrico durante el proceso de redacción legislativa.
Uno de los desarrolladores clave de la nueva ley, en primer lugar, fue el movimiento internacional Derechos de la Naturaleza, que aboga por una «transformación estructural y generalizada de la gobernanza de los sistemas naturales», con el objetivo de «el establecimiento global de la legislatura en reconocimiento de los derechos inherentes de la naturaleza». Su sueño puede estar más cerca de convertirse en realidad a medida que más naciones reconozcan la importancia y el valor del mundo natural, tanto para el medio ambiente como para las personas.
Otros países ya han dado un paso adelante en el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, como Costa Rica y Ecuador. En Chile, ahora dirigido por un presidente comprometido con el medio ambienteGabriel Boric, la Asamblea Constituyente ha aprobó el Derecho de la Naturaleza a la próxima constitución. Construir nuevos patrones de relación con la naturaleza es imperativo y posible. “Los Derechos de la Naturaleza no promueven una naturaleza intocable”, escribe la activista ambiental e investigadora pablo soln. «Los derechos de la naturaleza nos obligan a pensar en términos de lo no humano desde una visión más amplia de las interrelaciones sistémicas y no solo desde una perspectiva estrecha de ‘los humanos no necesitan preocuparse por los no humanos'».
El próximo desafío, al menos para estos países que ya han superado las barreras legislativas, es poner las leyes en vigor y hacerlas cumplir. En cuanto a Chile, Solón es optimista: “El camino es largo y complejo, ¡pero este paso es histórico!”
Foto por caleb russell
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